Los no lugares, espacios de anonimato
Marc Augé / crítica del libro
Los «no lugares» son aquellos espacios que no existían en el pasado, pero que ahora aparecen como ubicación innegable en el devenir del hombre contemporáneo. Se caracterizan por su propia condición de enclaves anónimos para hombres anónimos, ajenos por un período de tiempo a su identidad, origen u ocupaciones.
Definición de “No lugar” de Augé
«Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar. La hipótesis aquí defendida es que la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos.»
Características de los no lugares
Augé yuxtapone los no lugares actuales a aquellos lugares que encontramos en los textos de otros escritores como Baudelaire, Chateaubriand, Proust o Benjamin, lugares anclados en la memoria que se identificaban gracias al poder de la palabra de los actores que los habitaban, gracias a la fuerza de los hablantes. Ahora, en cambio, los no lugares apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas condenadas a no reencontrarse, mudas.
Los no lugares paradigmáticos
Para Augé son «las autopistas y los habitáculos móviles llamados «medios de transporte» (aviones, trenes, automóviles), los aeropuertos y las estaciones ferroviarias, las estaciones aeroespaciales, las grandes cadenas hoteleras, los parques de recreo, los supermercados, la madeja compleja, en fin, de las redes de cables o sin hilos que movilizan el espacio extraterrestre a los fines de una comunicación tan extraña que a menudo no pone en contacto al individuo más que con otra imagen de sí mismo».
Análisis de estas “superficies”
El autor realiza un análisis a partir de, enmarcándose en la que denomina una, la cual se sustenta en su defensa de una antropología «del aquí y el ahora».
Augé analiza algunos de los procesos habituales del hombre posmoderno –o sobremoderno–, desde la compra de víveres en el supermercado hasta el acceso a las salas de embarque de un aeropuerto, logrando decodificar un tipo de lenguaje (ajeno a la palabra en su concepción tradicional). Este análisis lo hace desde su condición de antropólogo y etnólogo, determinando lo que él llama una «antropología de lo cercano».
El “contrato” en los no lugares
Augé afirma que el usuario, al relacionarse con los no lugares, se inscribe siempre en una relación contractual y «tiene siempre relación con la identidad individual de quien lo suscribe».
Este contrato se visibiliza de muchas maneras: desde el billete que se presenta a la salida de la autopista de peaje; de forma tácita, pero también vinculante al empujar el carrito que el supermercado pone a disposición de los clientes.
La visión del hombre moderno
El usuario del no lugar, señala Augé, actúa desposeído de sus identificaciones actuales o habituales. Desde esa caracterización, el hombre del no lugar no es únicamente un hombre anónimo, es, sobre todo, un hombre solo. Y Augé acaba presentando una visión del hombre moderno que cobra las dimensiones de una etnología de la soledad.
Aquí la versión original.